Toque de queda, ocio nocturno cerrado y amenaza de botellones masivos. Y por si fuera poco, centenares de agentes fuera de servicio por coronavirus. Los cuerpos policiales catalanes viven esta sexta ola con especial inquietud. Tanto el departamento de Interior de la Generalitat como el Ayuntamiento de Barcelona han cerrado filas y llevan en secreto el número de mossos, guardias urbanos y bomberos enfermos tras haber contraído la covid. Ambas administraciones saben que la cifra de contagiados lleva días creciendo a las puertas de la Nochevieja cuando todo amenaza con una verdadera tormenta perfecta: botellones y fiestas clandestinas junto con bajas médicas y agentes de vacaciones.

Los sindicatos de la Guardia Urbana, a diferencia de los Mossos, sí que han conseguido los datos de infectados. El pasado lunes había 176 agentes de baja (la plantilla es de 3.200) por covid y 23 confinados. Desde que se declaró la pandemia nunca se había llegado, en un único día, a esta cifra de infectados por coronavirus. Jordi Rodríguez Lima, del sindicato Sapol, admite que el virus está erosionando al cuerpo. “La administración no lo reconocerá nunca pero nuestra capacidad de servicio quedará afectada justo en el momento en que habrá centenares de personas preparando encuentros y botellones. Además, la ciudadanía cada vez se enfrenta antes a nosotros y más después de ver que todas aquellas sanciones por vulnerar el confinamiento durante el estado de alarma no han servido para nada”, denuncia Lima.
Toni Castejon del sindicato de Mossos SAP—FEPOL recordaba ayer que su organización sindical ha solicitado que se hagan test de antígenos a los agentes en las puertas de comisaría. “Interior ni se ha dignado a contestar a nuestra solicitud”, denuncia.    




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